El envejecimiento es un proceso gradual y continuo. No comienza a una edad concreta, sino que con el tiempo se produce un declive general de muchas funciones corporales. Cada uno de nosotros tiene dos tipos de edad: una edad cronológica y una edad biológica
Edad cronológica
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La más sencilla de interpretar, se basa en el paso del tiempo y se calcula en años. Para nosotros, tiene un significado social, jurídico y financiero. Sin embargo, la edad cronológica tiene poco valor en términos de salud, salvo para decir que a medida que aumenta la edad, también lo hace la probabilidad de desarrollar problemas de salud.
Edad biológica
Es el indicador que determina el estado de salud de nuestras células y de nuestro organismo, nos dice cómo “funcionamos” realmente y si nos estamos deteriorando antes de tiempo o si, por el contrario, a nivel físico y cerebral somos más jóvenes de lo que indica nuestro carné de identidad.
Así, dos personas pueden tener la misma edad cronológica, pero dos edades biológicas diferentes: los tejidos envejecen de forma distinta de una persona a otra, y muchas investigaciones demuestran que esto depende de diversos factores, como la genética, el estilo de vida, la alimentación, el entorno en el que se vive y muchos otros aspectos.
Por qué envejecemos
Una de las teorías más antiguas sobre el envejecimiento es la “teoría de la acumulación de daños”, propuesta por August Weisman en 1882, según la cual, a medida que aumentan los daños producidos en nuestras células y órganos, el cuerpo ya no puede repararse por completo, lo que conduce al envejecimiento y a las enfermedades propias de la vejez.
Hoy en día, nuevas teorías están ganando terreno, donde antes se pensaba que había una única causa, hoy está claro que los procesos químicos y bioquímicos que conducen al envejecimiento son múltiples.
Las últimas investigaciones afirman que las principales razones son procesos celulares como la autofagia, un proceso fundamental en edades tempranas para eliminar las células dañadas, un mecanismo que, sin embargo, se ralentiza con la edad y desaparece por completo en la vejez.
También, la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo, los procesos inflamatorios, las mutaciones del ADN, una deficiencia de vitamina D y un exceso de radicales libres (ROS).
Pero sea cual sea el desencadenante, lo cierto es que el mecanismo que conduce a ver de cerca el envejecimiento es el acortamiento de los telómeros.
Los telómeros
Son pequeñas porciones de ADN formadas por un grupo característico de nucleótidos, los componentes básicos del genoma (timina, adenina, guanina y citosina), que se encuentran al final de cada cromosoma. El extremo del ADN es muy inestable: se degrada químicamente y está sujeto a recombinación con más frecuencia que el resto de la molécula.
Se acortan constantemente con cada duplicación porque cuanto más daño reciben nuestras células, más a menudo tienen que dividirse y, por tanto, nuestros telómeros se hacen cada vez más cortos. Una vez alcanzada una longitud mínima, la célula entra en muerte programada.
Cuando el número de células que mueren es muy elevado, el organismo empieza a envejecer. Así pues, el envejecimiento está programado en nuestro ADN y los daños de diversa índole lo aceleran.
Cómo retrasar el envejecimiento
El inicio del proceso de envejecimiento viene marcado por una serie de marcadores biológicos precisos, tales como: resistencia a la insulina y, por tanto, disminución de la tolerancia a la glucosa, aumento de la presión arterial sistólica, disminución de la masa y la potencia muscular, aumento de la masa grasa, disminución de la capacidad termorreguladora, así como disminución de las defensas inmunitarias.
La velocidad a la que se produce el proceso en el envejecimiento depende de tres tipos de factores:
- Un componente genético, preprogramado e inherente a nuestras células
- Factores externos, que incluyen el estilo de vida, la dieta, la resistencia al estrés, el ejercicio, el clima, etc.
- Factores psicológicos
Uno de los factores externos más poderosos sobre los que podemos influir es el ejercicio.
Lo que puede hacer el ejercicio
La actividad física regular de intensidad moderada aporta importantes beneficios para la salud en todos los grupos de edad y aumenta significativamente la esperanza de vida libre de eventos cardiovasculares tanto en hombres como en mujeres. De tal modo que el envejecimiento pueda retrasarse.
Por otro lado, el sedentarismo contribuye, junto con otros factores de riesgo, al desarrollo de numerosas enfermedades crónicas degenerativas y, en particular, a enfermedades cardiovasculares, metabólicas y osteoarticulares.
Sin embargo, para que aporte ciertos beneficios, el ejercicio debe realizarse con regularidad, al menos dos o tres veces por semana, a una intensidad que oscile entre moderada y vigorosa, y ser planificado por un especialista del movimiento o un kinesiólogo, en función de la condición física de la persona.
Un programa de ejercicio adecuado para retrasar el envejecimiento, debe contener todos los elementos necesarios para mejorar la eficiencia cardiovascular, la fuerza y la resistencia muscular, la flexibilidad y el equilibrio, ejercicios para mantener las habilidades funcionales de la vida diaria y la eficiencia de las funciones mentales.
La edad avanzada no contraindica la actividad física
Al contrario, puede prevenir las enfermedades cardiovasculares y la discapacidad en los ancianos. En general, en los ancianos, el ejercicio puede mejorar el tono muscular y la capacidad de ejercicio, reducir el riesgo de muerte súbita por infarto de miocardio o cardiopatía en general.
Reducir el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 hasta en un 50%, así como reducir la osteoporosis, e inducir un aumento de la liberación de mediadores neuronales como las endorfinas y la serotonina, que confieren una sensación general de bienestar.
Así pues, el ejercicio no puede detener el envejecimiento biológico, pero puede minimizar los efectos fisiológicos del envejecimiento, aumentar la esperanza de vida y, en particular, la esperanza de vida activa, y limitar la aparición y progresión de enfermedades crónicas, afecciones discapacitantes y síndromes relacionados con la edad.
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