Para muchos de los consumidores de los productos más diversos que se pueden encontrar en el mercado, es un total misterio los efectos que muchos de los ingredientes que se emplean en ellos, pueden causar sobre nuestra salud. Por lo general, solemos “confiar” en los fabricantes, cuando cuentan con prestigio y dilatadas trayectorias como proveedores de productos; y acostumbramos a alejarnos de marcas desconocidas. No obstante, incluso los gigantes del mercado, pueden cometer grandes desatinos o aciertos monumentales, al incluir determinados componentes, elementos químicos o extractos naturales en sus fórmulas. Si bien es cierto, que nuestra forma de proceder nos garantiza mayor nivel de seguridad, que el que nos podría proporcionar aventurarnos a probar bienes ofertados por fabricantes desconocidos; aún existe la posibilidad de elegir opciones que puedan repercutir negativamente sobre nuestros organismos.
A través de la historia, se ha evidenciado que algunos productos de las grandes marcas comerciales, han sido retirados de la venta al público, en virtud de los grandes daños o efectos secundarios que estos han generado en sus consumidores, al momento de su lanzamiento. Sin embargo, detrás del desarrollo de productos de las principales empresas, existe un largo proceso de investigación, a fines de presentar productos “seguros” para el consumo, así como períodos de prueba que deben transcurrir, para verificar si existen potenciales consecuencias negativas, atribuibles a su uso. A pesar de todo ello, muchas veces los aspectos indeseables sobre la salud, se constatan luego de su producción en masa y distribución en varias latitudes del globo.
Triclosán
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En fechas recientes, el escrutinio de la opinión pública mundial y la comunidad científica, ha recaído sobre un producto que se incluye en muchos de los productos de cuidado personal e higiene: el Triclosán. Este elemento químico orgánico, es considerado como un poderoso agente que elimina hongos y bacterias dañinas, por lo cual, suele agregarse a pastas dentales, enjuagues bucales, desodorantes y cosméticos; pero también se utiliza para desinfectar material quirúrgico y de primeros auxilios, así como juguetes, cubertería, piezas de indumentaria, ropa de cama, electrodomésticos y aún, equipos informáticos; destacando entre ellos, los teléfonos móviles. Si bien muchas personas no cuestionan su eficacia, como medio para erradicar microbios asociados a patologías graves, existen quienes han apuntado a que los perjuicios que genera, son, por mucho, más importantes que las bondades que reporta.
Estudios sobre efectos secundarios
Diversos estudios se han llevado a cabo, para evaluar la posibilidad de que el triclosán afecte la salud, obteniendo datos interesantes. Uno de ellos, tuvo por objeto, evaluar la incidencia del compuesto químico sobre el cerebro humano, a través de un proceso in vitro. Los resultados del mismo, dieron cuenta del aumento del nivel de calcio a lo interno de las neuronas, lo cual podría dar indicios de la posibilidad de afectar el desarrollo mental. El mismo autor, aclaró que resultaba necesario llevar a cabo la experimentación en sujetos vivos, con la finalidad de verificar las proyecciones del estudio. Otro experimento, reveló mediante otro procedimiento in vitro, que el triclosán podía potenciar la capacidad migratoria y la agresividad de unas células presentes en algunos tumores malignos de mama. De igual modo, sus autores indicaron que resultaba necesario realizar estudios en seres vivos para validar los resultados.
En una investigación llevada a cabo en 2010, por parte de científicos afiliados al Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA, por sus siglas en catalán), se reveló que el triclosán podía tener propiedades tóxicas y que, las plantas de tratamiento del agua fluvial, no podían eliminarlo completamente, por lo cual existía en gran parte de los ríos de España, pero principalmente en el Ebro y el Llobregat. Adicionalmente, se sostuvo que el compuesto orgánico, impedía el proceso de fotosíntesis de las algas, lo cual podía resultar en la muerte de éstas y en la destrucción de la fauna que depende de ellas para subsistir.
Investigaciones posteriores, responsabilizaron al triclosán de producir hipersensibilidad (alergia), alterar la microbiota intestinal y que las bacterias se volvieran resistentes a los antibióticos.
Triclosán y osteoporosis
De igual modo, en una investigación realizada por parte del Departamento de Ciencias y Educación de The Second Affiliated Hospital of Xiamen Medical College, se relacionó el antiséptico con la aparición de osteoporosis en mujeres, y principalmente en aquellas que ya había transcurrido por la fase menopáusica. Para llegar a esa conclusión, los científicos compararon la cantidad de triclosán que se encontraba en las muestras de orina de 1848 mujeres, mayores de los 20 años, con el estado de su estructura ósea. En tal sentido, se determinó que existía una relación inversamente proporcional entre la cantidad de triclosán en orina y la densidad de los huesos, por lo que, a mayor cantidad del químico, menor calidad ósea.
Sin embargo, los resultados demostraron que esta relación era significativa en casos de mujeres menopáusicas, pero se consideró que no tuvo relevancia en mujeres que aún no habían transcurrido por esa fase. Por otra parte, los científicos encargados de realizar el estudio advirtieron que el mismo no pretendía establecer una relación causal entre esos dos aspectos, por lo cual, era necesario realizar estudios adicionales, para determinar dicha relación.
Prohibición
En septiembre de 2016, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) decidió prohibir la inclusión de triclosán en productos de limpieza, así como en insumos de higiene personal de venta libre, argumentando que, no existía suficiente evidencia para garantizar que su uso cotidiano fuera “seguro”, mientras se cuestionó su eficacia en la reducción de patologías e infecciones. Diversas instancias mundiales siguieron la iniciativa de la FDA, imponiendo restricciones al uso de triclosán en productos de venta libre, permitiendo, no obstante, que se pueda emplear en productos que desempeñen funciones específicas para contrarrestar ciertas enfermedades, siempre y cuando medien prescripciones facultativas que recomienden su uso.